sábado, 20 de septiembre de 2008

Lo Antiguo y lo Moderno se entremezclan en nuestro presente



Presentación
Si bien este es un tema complejo y difícil de abordar, se hará más fácil a medida que me introduzca de reflexión en reflexión, en la problemática que se genera en torno al encuentro y desencuentro entre la sociedad moderna con la antigua.

Estos dos tipos de sociedades son más bien dos sistemas valóricos que la sociedad humana recrea constantemente, y no una concepción temporal pasado-futuro. Es decir, siempre están presentes en nuestra forma de concebir valóricamente a la sociedad.

A través de la historia podemos ver que hay momentos de predominancia de un sistema sobre otro, momentos de conflictos y complementariedades, de acuerdo a lo que le es útil a la sociedad humana para evolucionar. Creo yo, sinceramente, que estamos en una situación sociohistórica crítica, en donde debemos fusionar estos dos sistemas armoniosamente para co-crear una sociedad conciente de su humanidad y de su entorno más lejano y a la vez cercano (similar al concepto de transmodernidad de Dussel).

Por consiguiente, en esta nota describiré al sistema valórico antiguo y moderno, para que podamos comprender y articular estos sistemas en nuestra vida cotidiana.



Lo Antiguo
La sociedad humana predominada por lo antiguo edifica su civilidad en torno a los principios del Amor, la Esperanza y el Dogma. Su movimiento de desarrollo es regresivo.

En base al desarrollo de uno de estos principios, se generaron tres grandes movimientos sociales que se fueron distanciando hasta desarmonizar y repelerse entre sí.

- Los que privilegiaron la Esperanza son los pertenecientes al pueblo judío en su diversidad de tendencias, en donde su máxima es encontrar la tierra prometida.

- Los que ponen mayor atención al dogma son los musulmanes, es decir, una fervorosa práctica, concreta y activa para llegar a la realización del ideal del sistema valórico.

- Y los que sostienen al amor como valor principal son los cristianos, independiente de qué enfoque se desarrolle el cristianismo (católico, evangélico, gnóstico, etc.). En ellos reside la admiración a quienes realizan oficios sagrados (sacrificio) basados en el amor, principio que se sobrepone a la muerte.

Al estar armonizados estos tres principios, la humanidad puede llevar a cabo el "regreso" que es el encuentro con su alma originaria, con su mundo interno. Teniendo la esperanza de encontrar esa tierra prometida (el mundo interno propio), manteniendo una actividad práctica, consecuente y disciplinada en pos del ideal (dogma), y entregando con amor a la humanidad todos los frutos extraídos del mundo interno, del alma originaria, se puede regresar. De ahí que la política, la forma de aplicar una ética (reflexión valórica) a la polis, depende del desarrollo religioso, de la capacidad de re-ligarse con el mundo interno.

Pero este sistema valórico antiguo cae cuando tales movimientos sociales se niegan entre sí. Dejan de ver al otro como legítimo otro, desencadenando enfrentamientos y guerras. De ahí surge la necesidad de concebir al otro sistema valórico social para que predomine al humano: la modernidad.



Lo moderno

La modernidad es un sistema valórico, no es una era ni una época histórica. Es un sistema valórico que busca guiar el desarrollo de la humanidad de forma distinta al modelo antiguo. Tiene la pretensión de ser una era, una época, para aplastar definitivamente al modelo antiguo, dejarlo encadenado al pasado, cuestión que es imposible porque los sistemas sociales no tienen vida, no son mortales, son obras que están por sobre el espacio-tiempo.

Su sentido es el "progreso" hacia el dominio del mundo externo, el dominio de la naturaleza. Para dominar y liberarse de las restricciones que implica vivir bajo el laboratorio natural de regeneración y producción (La Tierra), se crea un laboratorio artificial de intercambio de bienes y servicios llamado mercado que puede no tan solo manejar, acumular y distribuir recursos naturales, sino también satisfacer y a la vez explotar al recurso humano, principal elemento para la producción y el consumo, debido a su debilidad de vivir e identificarse con el reflejo de la ilusión.

En pos del progreso en el dominio de la naturaleza y la expansión del mercado mediante la capitalización completa de los recursos, la modernidad se basa en los tres principios clásicos del hombre moderno: Libertad, Igualdad y Fraternidad. De ahí se generan los siguientes movimientos sociales:

- El Liberalismo, que busca ver al mercado sin restricción alguna, confiados en la regularización de sus propias leyes de mercado. Promueven la libertad por sobre los demás principios, en aras de la capitalización de recursos.

- El socialismo que busca restringir al mercado mediante una figura social máxima (El Estado) capaz de regular en aras de la distribución equitativa los recursos.

- El humanismo, tendencia centrada en el elemento base tanto del Mercado como del Estado que es el humano y su necesidad de sociabilizar y compartir vivencias y conocimientos, independiente de las clasificaciones socioeconómicas dadas por el mercado o de las normativas de conducta social o geopolíticas impuestas por los Estados.

Si armonizamos estos principios, podemos tener una sociedad humana predominada por la modernidad sanamente, en donde se logre progresar conociendo y dominando el mundo externo con respeto, sin explotación de la naturaleza ni del hombre. Este progreso depende del avance científico, el único capaz de conocer las realidades del mundo externo, es por esto que la política toma decisiones de acuerdo a los estudios de tal disciplina.



Crisis Actual... una oportunidad más
Pero hoy en día este sistema valórico esta cayendo, debido a que el sistema político de tipo binominal en democracias o militar en dictaduras, no toma como referente a la fraternidad, sobrevalorando la libertad que termina en un libre mercado economicista anacrónico altamente explotador, o sobrevalorando la igualdad que decae en estados opresivos, castrantes, autoritarios, nacionalistas y xenofóbicos.

Ante esta crisis, la oportunidad es aprender de todas aquellas culturas que se desarrollaron bajo el sistema valórico antiguo, y ver con altura de miras las distintas tendencias de la sociedad actual predominada por la modernidad. Trabajar con la tecnología endosomática de la religión para descubrir el mundo interno, en relación con la tecnología exosomática de la ciencia para ver el mundo externo con nuevos ojos, menos enceguecidos por la ilusión.

La vanguardia de la humanidad ya percibe esta transformación dada en la fusión antiguo-moderno. No es casual que grandes científicos compartan confirmaciones del mundo con budistas, y que la alquimia ahora ocupe términos científicos para comprobar la transmutación del plomo en oro (tema que desarrollaré a futuro). No es casual que las grandes civilizaciones antiguas de la humanidad (no referidas al pasado histórico sino al sistema valórico) sean hoy revaloradas como los mayas, los egipcios, los celtas, incas, etc.

La nueva civilización de seres humanos armonizados con el mundo interna y externamente ya se acerca. Poco a poco se ven los frutos gracias a la siembra realizada por grandes mártires, cultos, héroes, santos y sabios tanto de la antigüedad como de la modernidad.

Una nueva cultura, tanto progresiva como regresiva, armoniza y complementa los saberes dados de la ciencia, la religión, el arte y la política, generados siempre por la filosofía, el amor al saber para saber amar.


Que tengan mucha paz, fuerza y alegría.

El sistema cultural armonizado en filosofía, ciencia, arte, política y religión, como todo un cosmos que se extrapola a nivel macro y micro, puede ser representado fractalmente.